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Gema Gil: “Hemos creado ejemplo en una clase trabajadora dormida"

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Nunca olvidará aquel invierno de 2014 en el que parecía que todo acababa sin saber que empezaba algo más fuerte. Coca-Cola anunciaba el cierre de cuatro fábricas en España, incluída la planta de Fuenlabrada (Madrid), donde trabajaba su marido. Todos al paro. Y se fueron a la calle, pero a luchar.  “Nos concentrábamos delante de los hoteles donde se negociaba el ERE para que al salir nos miraran a los ojos y vieran a las personas que iban a echar, a sus familias e hijos a los que condenaban a la exclusión social. Y lo conseguimos, la empresa anunció bajas voluntarias y ningún despido”, recuerda Gema Gil, comercial de 40 años y madre de dos hijos de 9 y 4. Pero aquél éxito no fue tal. La empresa despidió a los empleados que no se acogieron a las bajas voluntarias.
Desde entonces, Gema también es una Espartana, como una guerrera más del ejército más famoso de la historia. Y como ella, también otras parejas, madres, hijas, abuelas y amigas de los 253 trabajadores despedidos. Despidos ilegales, según sentenció la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo, por lo que la multinacional se vio obligada a readmitirlos. “La empresa ha hecho de todo para no cumplir la sentencia. Hoy resisten 180 trabajadores en un centro logístico fantasma, con formas de trabajar rudimentarias y precarias, como de hace 40 años, les han modificado sus condiciones laborales, no les pagan lo que deberían… Mi marido es químico, trabajaba en el laboratorio y ahora le tienen de jardinero, no hace nada. Otros pasan ocho horas delante de un ordenador que no funciona. Sufren mobbing colectivo, una presión brutal, no tienen trato digno, hay bajas por depresión, están muy mal psicológicamente y eso les mina mucho… pero resisten”.
¿Por eso las mujeres se implicaron?
Cuando ellos empezaron a sufrir ictus, infartos, cáncer y depresiones, nos dimos cuenta de que no podían solos, que los estábamos perdiendo y dijimos: ¡basta ya!.
Perdón por la expresión pero, en estas batallas tan largas, que desgastan tanto, las mujeres tienen más cojones.
Cuando ves que está en juego el futuro de tus hijos, y tu sustento, algo despierta dentro de ti, que en mi caso no sabía que existía. Más que cojones, es dignidad.
¿Cómo es la relación entre las ‘Espartanas’’?
Magnífica. Hace tres años no nos conocíamos, nos unió esta lucha. A las 6 de la mañana empezamos con WhatsApp preparando nuevas acciones. Si alguna esta baja, nos arropamos. Es lo único bueno que nos ha dado Coca-Cola, nuestra unidad, una espartana nunca va sola, somos una familia, no concibo mi vida sin ellas. Acabamos de perder a una por un cáncer. Apenas podía andar pero salía a repartir pegatinas. Se ha muerto sin creer en la Justicia pero la habrá, cueste lo que cueste.
Han vivido meses en la calle, en la puerta de la fábrica de Coca-Cola para evitar que la desmantelaran; protestaron en Lisboa en la final de la Champions entre Real Madrid y Atlético; Rafa Nadal tuvo que interrumpir un partido al oír sus protestas en el exterior... ¿Nunca han pensado tirar la toalla?
¡Jamás! Como madres defendemos el pan de nuestros hijos, la Justicia nos ha dado la razón y Coca-Cola tiene que cumplir. Vamos a luchar hasta el final, a Estrasburgo si es necesario… No es una cuestión de dinero, es por dignidad y por el futuro. Nadie debe permitir este trato de multinacionales con tantos beneficios. Se dice que en el palco del Bernabéu se estaba muy pendiente de nuestro ERE ya que podría sentar precedente para otras empresas. Nuestra lucha es un ejemplo que muchos ya estudian, nos sentimos orgullosas cuando oímos a los estibadores gritar ‘ni un paso atrás’ , como nosotras. Es un orgullo haber creado ejemplo en una clase trabajadora dormida.
¿Se sienten apoyadas por la sociedad?
Muchísimo, a diario, lo que era un conflicto laboral se ha convertido en un conflicto social. Esto no es solo ‘Coca-Cola en lucha’, esto va por todos, defendemos los derechos de todos los trabajadores.
¿Y por los gobernantes?
En una concentración, frente a la sede del PP, el comité entregó un comunicado pidiendo a Rajoy que se preocupase por la situación de la plantilla, que está marginada en contra de lo que dictaminó la Justicia. La respuesta del Gobierno ha sido mirar para otro lado.
¿Y los partidos de izquierdas?
IU se ha portado espectacularmente bien y Podemos nos ha apoyado incluso antes de llegar a las instituciones. Cayo Lara, Teresa Fernández, Teresa Rodríguez… El gesto de Joan Baldoví, de Compromís, estrujando una lata de Coca-Cola en el Congreso, escenificaba perfectamente lo que la multinacional ha hecho con sus trabajadores. Pero si hablamos de la otra teórica izquierda, el PSOE, su ayuda ha sido paupérrima.
Le gusta la política, se presentó a las elecciones con Unidos Podemos…
Me siento representada por ellos y si con la experiencia que he adquirido podía ayudar a los demás trabajadores, ni me lo pensé. No miro siglas, miro personas. Y con Pablo Iglesias me identifico completamente. Cuando le he necesitado, ha estado siempre ahí.
¿Qué le pareció que el senador Ramón Espinar saliera bebiendo Coca-Cola?
Es lamentable que utilicen eso para atacar y se les olvide que Coca-Coca incumple sentencias. O ver un tuit de Cristina Cifuentes jactándose del zasca de Rajoy a Espinar cuando el 15 de enero del 2015, con una sentencia que decía “readmitir en su mismo puesto de trabajo”, mandó a la Policía para ayudar a Coca-Cola a desmantelar la fábrica y acabó con cuatro heridos. Eso es lo que duele, no los dos refrescos
¿Y el boicot no puede volverse en su contra? Es decir,  si a la empresa le va mal, a los trabajadores les irá peor.
Es una herramienta drástica, pero es más drástico pretender encarcelar al presidente del comité por defender derechos con una sentencia favorable firme. Y la compañía ni va mal, ni le va a ir mal. Acaban de anunciar que han ganado un 150 por 100 más este trimestre. El boicot no pone en riesgo nuestros empleos sino los ingresos de accionistas y directivos que no respetan ni la Justicia ni a los trabajadores. Nosotros solo bebemos marcas blancas ¿cómo vamos a beber nuestra sangre?
¿Y cómo reacciona el pez gordo cuando ve a que el pez chico no se cansa.
Con nuestros maridos se han pasado tres pueblos: les han perseguido, detenido, denunciado, humillado, apaleado… Yo he tenido problemas en mi trabajo por estar en esta lucha, llamadas amenazantes; en las fiestas de San Isidro, con los niños delante, estuvieron a punto de pegarnos.
Son muy activas en las redes, son  tendencia en Twitter habitualmente, sus vídeos se ven en todo el mundo…
(Sonrisa) ¡Cuando empezó todo no sabía lo que era Twitter! La solidaridad de la gente es la que nos saca adelante, nos da fuerzas para no derrumbarnos. Cuando te ves en una lucha así, aprendes lo que es la vida real. ¡Tiene cojones que tengamos que estar así por un gobierno incompetente!
¿En qué ha cambiado su vida este proceso?
En todo. Mi forma de ver la vida es completamente diferente. Siempre he ido a manifestaciones, pero llegaba a casa y desconectaba. Ahora mi vida es la lucha, la llevo en las venas y ni Coca-Cola ni nadie me van a parar. Cada vez que tengo un acto, o ahora haciendo interviú, me pongo nerviosa y tiemblo pero me acuerdo de los Espartanos, las Espartanas, nuestros hijos y me digo: “Debo hacerlo”¿Qué más nos pueden quitar? Nada.
¿Por qué este interviú?
Para difundir el conflicto ahora que los medios nos silencian ¿Qué es enseñar un pecho cuando nos están robando nuestros derechos? Hemos pasado tanto en estos tres años que haría lo que fuese para que se nos escuchara. Y sólo interviú nos ha dado la oportunidad.
¿Qué tendría que pasar para poner fin?
Que la empresa resuelva la situación con diálogo, sin maltrato y basándose en una decisión judicial firme. Mientras tanto… ¡Ni un paso atrás! | Sigue leyendo.

Lee aquí la versión de Coca-Cola.


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